20 de marzo de 2015

DISOLUCIONES (Novela por entregas)

CAPÍTULO 8 BITÁCORA: HACIA TENNESSE(Borrador archivo Diego Henestrosa. Investigador Privado)



Gatsby me dice que recién había sido ascendida en la agencia, Tennesse apareció de la nada pidiendo trabajo. Todavía era muy joven y muy a pesar
de su carácter volátil y de su necesidad de disolverse en la vida, no parecía una puta de profesión ni siquiera una de esas putitas que llenan las universidades y los colegios y que cobran ilusiones en lugar de billetes, al menos así lo expresó Gatsby. Tú no eres una puta, qué carajos haces aquí cuando debieras estar buscándote la vida, le preguntó durante la entrevista antes de la entrevista cuerpo a cuerpo; no hay más mundo para las personas como yo, contestó y de inmediato se puso a la defensiva, si no quieres contratarme alguien va a querer hacerlo, dijo y se encaminó hacia la salida. Gatsby la detuvo porque se percató de que estaba perdida en serio y para ser sinceros, también la había atrapado. Al parecer, con un poco de suerte, Tennesse hubiera podido seducir al mismo Jesucristo.

Salimos del hotel y pasamos rápidamente al lobby por un trago, pido un whiskey doble y ella “lo de siempre”, diciéndole al barman que se trata de un negocio personal y determinante. Bebo con avidez pero mi garganta no es tan profunda o joven o no tiene tantos motivos como la de Gatsby que hace pasar el licor sin remilgos y con todo, yo sigo pareciendo un bruto sin modales en comparación con la elegancia de esa mujer frente a la cual, todo sexo se sentiría humillado en su natural fealdad. Termina, toma una servilleta y se limpia la boca dejando perfectamente marcados sus labios púrpuras, da media vuelta y se dirige hacia la salida. Yo respiro y sigo bebiendo mientras detengo la mano del barman que ya recoge la servilleta; dejo el vaso sobre la barra y me guardo esos labios en el bolsillo interior del saco. Parada en la gran puerta del hotel, se cierra la gabardina y ésta vuela gracias al siempre violento e inesperado aire de la Ciudad de México; frente a ella los autos pasan velozmente dejando estelas rojas y
blancas; la noche detrás de los edificios iluminados es densa y la gente
camina de un lado a otro, ignorando que forman parte del precario equilibrio del milagro de la decadencia. Me acerco y la tomo del brazo, así caminamos hasta mi automóvil, le abro la puerta, ella sube, enciende un cigarro. Qué haces, no puedes fumar dentro del auto, ella me mira con más sentencia que extrañamiento, espero un par de segundos y le sonrío, es una broma, claro que puedes fumar aquí dentro, puedes incendiar la ciudad y luego meterla aquí dentro si lo deseas, ella sonríe y me dice que soy un cursi, así que soy un cursi, bueno, bastante viejo para ser cursi, ‘¿no?, ser viejo es en sí ya una cursilería, pero le viene bien a esa cara de hijo de puta que tienes, entonces los dos nos carcajeamos, dame un cigarro, me da el que tiene las líneas de sus labios, pensé que serían mentolados, los mentolados son para niñas. Nos alejamos en silencio sobre la avenida…
le abro la puerta, ella sube, enciende un cigarro. Me siento y tomo el volante, me quedo un segundo en silencio y ella me pregunta si puede fumar dentro, claro, por supuesto que puedes fumar le contesto y busco mis cigarrillos pero los chingados cigarros no aparecen, si quieres te doy uno, saca la cajetilla para ofrecerme. Gracias no sé dónde quedaron los míos. Enciendo el cigarro. Enciendo el auto. Nos alejamos en silencio por la avenida.

Más tarde le pregunto acerca de la agencia, pero me dice que no sabe nada y que de eso no piensa hablar así que es mejor que no insista. Me dice que su mayor interés en todo esto es saber que Tennesse se encuentra bien. Me indica el camino pero antes de llegar me detengo en una tienda de 24 horas, voy por cigarros le digo y me meto a la tienda para comprar también una pequeña botella de whiskey, el chico que atiende me recomienda que me lleve latas porque es más práctico y le contesto que el whiskey en lata es como un ramo d flores, como el tronco de un árbol recién cortado, como el amor de una mujer que se larga sin volver el rostro: algo dentro late pero en realidad se trata de muerte; y luego de un instante en silencio me pregunta si voy a pagar con tarjeta de crédito y yo pienso que es una
tristeza que el mundo sea una granja de idiotas a los cuales se acostumbran las hembras quienes siempre quieren ser libres y así la situación en este jodido planeta. Luego de un buen trago regreso y comienza a lloviznar y las calles se llenan de un dulce olor a carne fresca...
Conozco bien a Tennesse porque fuimos pareja durante dos años ¿Es lesbiana? No ¿Entonces? No confía mucho en ellos, no entiendo, es demasiado, esa es su complicación con la vida, que siempre fue demasiado y al mismo tiempo frágil… como todo lo bueno en este mundo de la chingada… ¿tenía algún enemigo, problemas con alguna compañera, algo, cualquier conflicto en el trabajo? No que yo supiera, quiero decir ninguno más allá de los normales en este trabajo. ¿Y ya vas a decirme qué buscas exactamente con ella? Es que no estoy seguro, hasta donde sé puede estar secuestrada, puede haber matado a alguien y estar huyendo o quizá puede estar muerta, por eso necesito pistas. Llegamos hasta los departamentos donde vive Tennesse. El tipo de seguridad nos deja pasar luego de anotar la placa, pedirme una identificación, hacer doscientas preguntas y realizar un llamado preventivo a los refuerzos más cercanos.

Caminamos a través del estacionamiento para invitados y en medio de las casas iluminadas, del ambiente hogareño y familiar, adivino que para Gatsby todo esto resulta igual de ajeno e hiriente. Por fin encontramos el número 24, al lado unos chicos tienen una fiesta bastante ruidosa, ella se adelanta mientras yo palpo lo compacto del revolver debajo de la camisa. Las luces del departamento de Tennesee están apagadas y el polvo en las ventanas parece llevar días acumulándose ¿Hay algún lado por el que podamos entrar?, ayúdame a sostener esta rejilla… De la fiesta salen tres tipos bastante ebrios contando dinero, si buscan a Tenn, no ha venido en días, quién sabe en qué anda esa morra, me dice uno con esa manía de los jóvenes de suprimir y distorsionar el idioma; ¿la conoces bien?, le pregunto. A veces salimos a beber o de fiesta cuando tiene días libres, pero hace varios días que no la he visto por acá. Estás seguro de que no ha venido ni de pasada. Bastante seguro, ¿ustedes son familia o algo? Sí, soy su papá, pero no me contesta el teléfono, por eso vinimos a verla. Pues si
quiere puedo brincarme por atrás y de una vez vemos si está o no, a veces lo hacía cuando se le quedaban las llaves adentro, me dice y de inmediato lo hace. Una vez abierta la puerta, me dice que no está, entramos. El departamento es una bodega de papeles, recuerdos, figurillas y demás chucherías de gran valor sentimental –supongo- pero completamente intrascendentes, además de eso todo parece bastante convencional como cualquier habitación de chica universitaria. Efectivamente parece que no ha estado por aquí en varios días, se escucha un gran destrozo del otro lado, ahorita regreso dice el chico y salen corriendo, me apuro a recoger su laptop y antes de salir veo y me extraña, una sola fotografía colgada inusualmente en la cocina, la… le digo a Gatsby sin poder pronunciar la palabra y le señalo casi desesperado, ¿la fotografía?, ¡¡¡sí, sí, tráela!!! Apagamos las luces y cierro con seguro. Los chicos regresan y me preguntan si todo va bien, claro, yo creo que estará con su tía, regresamos en un par de días, gracias. Antes de irnos, nos piden un par de cigarros. Se los damos.

Al salir el tipo de seguridad, luego de otras doscientas preguntas me dice que tiene que revisar el auto, le digo que es guardia de seguridad no policía de la dictadura, pero que puede estar seguro de que no he robado nada. El tipo me ordena que baje y le abra el maletero y yo odio a los tipos que se toman atribuciones que no les pertenecen para compensar su desequilibrio psicológico. Mejor hazlo y vámonos, me dice Gatsby. Bajo, ya frente al maletero pasan dos autos a nuestro lado, uno se detiene, el chico amigo de Tennesse se asoma por la ventanilla, no hay problema son familiares de la chica del 24, dice y desaparecen tambaleándose sobre sus cuatro llantas. No
importa, ábralo o aquí vamos a tener problemas, me vuelve a ordenar y para entonces ya estoy más que exasperado. Abro el maletero, él mete su cara para revisar y está por ordenarme que levante la alfombra cuando le pongo el cañón de la S&W en la nuca dejándolo frío, levanta las manos, tiembla y me ruega que no lo mate, ¡mira cabrón, para ser así de molesto eres bastante idiota!, y ni te espantes que no voy a hacerte nada, sólo que me disgusta tu actitud, ahora ve por mi credencial y cálmate, sí señor. Antes de irme le hago ver que tiene anotada mis placas y que ha visto mi rostro, pero que sigo siendo más listo y decidido que él, así que es un buen momento para mejorar como persona y no hacer otras pendejadas. Nos vamos. Qué fue todo eso, me pregunta Gatsby. Yo y mi mala actitud para con el mundo…

En la foto aparece Tennesse con dos idiotas en un antro de la Zona Rosa ¿Quieres un trago?, le pregunto a Gatsby. ¿No creerás que allí vamos a encontrarla, verdad?, es una idea estúpida. Así pasa la gloria del mundo,
linda. Eso es una cursilería, me contesta, saco la botella, le doy un trago y se la paso, ella enciende dos cigarros y me regala uno con las líneas de sus labios impresas, ¿Demasiado viejo para ser cursi? La vejez es en sí una cursilería, pero como pareces un hijo de puta creo que te viene bien. Me sonrío y le contagio a ella un poco de risa. Nos alejamos en silencio sobre la avenida, mientras me crece en el estómago esa sensación de cuando dejas de estar en paz con la maldad y el fuego está por arrasar la tierra…

UN BREVE Y MORTAL SUEÑO

Novelas para el fin del mundo UN BREVE Y MORTAL SUEÑO (Antonio Mejía Ortiz, México 2019), nos conduce a un viaje a través del alma y la men...