CAPÍTULO 8 BITÁCORA: HACIA TENNESSE(Borrador archivo Diego Henestrosa. Investigador Privado)
Gatsby me dice que recién había sido ascendida en la
agencia, Tennesse apareció de la nada pidiendo trabajo. Todavía era muy joven y
muy a pesar
Salimos del hotel y pasamos rápidamente al lobby por
un trago, pido un whiskey doble y ella “lo de siempre”, diciéndole al barman
que se trata de un negocio personal y determinante. Bebo con avidez pero mi
garganta no es tan profunda o joven o no tiene tantos motivos como la de Gatsby
que hace pasar el licor sin remilgos y con todo, yo sigo pareciendo un bruto
sin modales en comparación con la elegancia de esa mujer frente a la cual, todo sexo se
sentiría humillado en su natural fealdad. Termina, toma una servilleta y se
limpia la boca dejando perfectamente marcados sus labios púrpuras, da media
vuelta y se dirige hacia la salida. Yo respiro y sigo bebiendo mientras detengo
la mano del barman que ya recoge la servilleta; dejo el vaso sobre la barra y
me guardo esos labios en el bolsillo interior del saco. Parada en la gran
puerta del hotel, se cierra la gabardina y ésta vuela gracias al siempre
violento e inesperado aire de la Ciudad de México; frente a ella los autos
pasan velozmente dejando estelas rojas y
le abro la puerta, ella sube, enciende un cigarro. Me
siento y tomo el volante, me quedo un segundo en silencio y ella me pregunta si
puede fumar dentro, claro, por supuesto que puedes fumar le contesto y
busco mis cigarrillos pero los chingados cigarros no aparecen, si quieres te
doy uno, saca la cajetilla para ofrecerme. Gracias no sé dónde quedaron los
míos. Enciendo el cigarro. Enciendo el auto. Nos alejamos en silencio por la
avenida.
Más tarde le pregunto acerca de la agencia, pero me
dice que no sabe nada y que de eso no piensa hablar así que es mejor que no
insista. Me dice que su mayor interés en todo esto es saber que Tennesse se
encuentra bien. Me indica el camino pero antes de llegar me detengo en una
tienda de 24 horas, voy por cigarros le digo y me meto a la tienda para comprar
también una pequeña botella de whiskey, el chico que atiende me recomienda que me lleve latas porque es más práctico y le contesto que el whiskey en lata es como un ramo d flores, como el tronco de un árbol recién cortado, como el amor de una mujer que se larga sin volver el rostro: algo dentro late pero en realidad se trata de muerte; y luego de un instante en silencio me pregunta si voy a pagar con tarjeta de crédito y yo pienso que es una
tristeza que el mundo sea una granja de idiotas a los cuales se acostumbran las hembras quienes siempre quieren ser libres y así la situación en este jodido planeta. Luego de un buen trago regreso y comienza a lloviznar y las calles se llenan de un dulce olor a carne fresca...
Conozco bien a Tennesse porque fuimos pareja durante dos años ¿Es lesbiana? No ¿Entonces? No confía mucho en ellos, no entiendo, es demasiado, esa es su
complicación con la vida, que siempre fue demasiado y al mismo tiempo frágil…
como todo lo bueno en este mundo de la chingada… ¿tenía algún enemigo,
problemas con alguna compañera, algo, cualquier conflicto en el trabajo? No que
yo supiera, quiero decir ninguno más allá de los normales en este trabajo. ¿Y
ya vas a decirme qué buscas exactamente con ella? Es que no estoy seguro, hasta
donde sé puede estar secuestrada, puede haber matado a alguien y estar huyendo
o quizá puede estar muerta, por eso necesito pistas. Llegamos hasta los
departamentos donde vive Tennesse. El tipo de seguridad nos deja pasar luego de
anotar la placa, pedirme una identificación, hacer doscientas preguntas y
realizar un llamado preventivo a los refuerzos más cercanos.
Caminamos a través del estacionamiento para invitados
y en medio de las casas iluminadas, del ambiente hogareño y familiar, adivino
que para Gatsby todo esto resulta igual de ajeno e hiriente. Por fin
encontramos el número 24, al lado unos chicos tienen una fiesta bastante
ruidosa, ella se adelanta mientras yo palpo lo compacto del revolver debajo de
la camisa. Las luces del departamento de Tennesee están apagadas y el polvo en
las ventanas parece llevar días acumulándose ¿Hay algún lado por el que podamos
entrar?, ayúdame a sostener esta rejilla… De la fiesta salen tres tipos
bastante ebrios contando dinero, si buscan a Tenn, no ha venido en días, quién
sabe en qué anda esa morra, me dice uno con esa manía de los jóvenes de
suprimir y distorsionar el idioma; ¿la conoces bien?, le pregunto. A veces
salimos a beber o de fiesta cuando tiene días libres, pero hace varios días que
no la he visto por acá. Estás seguro de que no ha venido ni de pasada. Bastante
seguro, ¿ustedes son familia o algo? Sí, soy su papá, pero no me contesta el
teléfono, por eso vinimos a verla. Pues si
quiere puedo brincarme por atrás y
de una vez vemos si está o no, a veces lo hacía cuando se le quedaban las
llaves adentro, me dice y de inmediato lo hace. Una vez abierta la puerta, me
dice que no está, entramos. El departamento es una bodega de papeles,
recuerdos, figurillas y demás chucherías de gran valor sentimental –supongo-
pero completamente intrascendentes, además de eso todo parece bastante
convencional como cualquier habitación de chica universitaria. Efectivamente
parece que no ha estado por aquí en varios días, se escucha un gran destrozo
del otro lado, ahorita regreso dice el chico y salen corriendo, me apuro a
recoger su laptop y antes de salir veo y me extraña, una sola fotografía
colgada inusualmente en la cocina, la… le digo a Gatsby sin poder pronunciar la
palabra y le señalo casi desesperado, ¿la fotografía?, ¡¡¡sí, sí, tráela!!! Apagamos
las luces y cierro con seguro. Los chicos regresan y me preguntan si todo va
bien, claro, yo creo que estará con su tía, regresamos en un par de días,
gracias. Antes de irnos, nos piden un par de cigarros. Se los damos.
Al salir el tipo de seguridad, luego de otras
doscientas preguntas me dice que tiene que revisar el auto, le digo que es
guardia de seguridad no policía de la dictadura, pero que puede estar seguro de que no he robado
nada. El tipo me ordena que baje y le abra el maletero y yo odio a los tipos
que se toman atribuciones que no les pertenecen para compensar su desequilibrio
psicológico. Mejor hazlo y vámonos, me dice Gatsby. Bajo, ya frente al maletero
pasan dos autos a nuestro lado, uno se detiene, el chico amigo de Tennesse se
asoma por la ventanilla, no hay problema son familiares de la chica
del 24, dice y desaparecen tambaleándose sobre sus cuatro llantas. No
importa,
ábralo o aquí vamos a tener problemas, me vuelve a ordenar y para entonces ya
estoy más que exasperado. Abro el maletero, él mete su cara para revisar y está
por ordenarme que levante la alfombra cuando le pongo el cañón de la S&W en
la nuca dejándolo frío, levanta las manos, tiembla y me ruega que no lo mate,
¡mira cabrón, para ser así de molesto eres bastante idiota!, y ni te espantes que
no voy a hacerte nada, sólo que me disgusta tu actitud, ahora ve por mi
credencial y cálmate, sí señor. Antes de irme le hago ver que tiene anotada mis
placas y que ha visto mi rostro, pero que sigo siendo más listo y decidido que
él, así que es un buen momento para mejorar como persona y no hacer otras pendejadas. Nos vamos. Qué fue todo eso, me pregunta Gatsby. Yo y mi mala
actitud para con el mundo…
En la foto aparece Tennesse con dos idiotas en un
antro de la Zona Rosa ¿Quieres un trago?, le pregunto a Gatsby. ¿No creerás que
allí vamos a encontrarla, verdad?, es una idea estúpida. Así pasa la gloria del
mundo,
linda. Eso es una cursilería, me contesta, saco la botella, le doy un
trago y se la paso, ella enciende dos cigarros y me regala uno con las líneas
de sus labios impresas, ¿Demasiado viejo para ser cursi? La vejez es en sí una
cursilería, pero como pareces un hijo de puta creo que te viene bien. Me sonrío
y le contagio a ella un poco de risa. Nos alejamos en silencio sobre la
avenida, mientras me crece en el estómago esa sensación de cuando dejas de estar
en paz con la maldad y el fuego está por arrasar la tierra…