No me busques cuando muera
sólo hallarás una sombra y un susurro
de mi presencia en el mundo.
No existe la muerte nada es finito
los hombres y la cosa trascenderán
el barro y la arcilla.
Se derrumba la tristeza toda sensación
de pérdida que cimbra la lógica de la civilización.
La incuestionable necesidad de continuar
a pesar de la palpitación y la respiración agitada.
Tú y yo somos la persistencia inmarcesible
luz en la casa de oro
donde perduran las almas y las estrellas.
A. M.
El espacio vacío donde se manifiesta el fenómeno de la experiencia sensible; o el lugar donde publico los trabajos que nadie quiere publicarme.
16 de enero de 2012
LA BELLE ENDORMIE DE CATHERINE BREILLAT: Después del cuento de hadas (PARTE II)
Proveniente de la narración de Troylus y la bella Zellandine
del romance en prosa del Perceforest; del
Pentamerone de Basilio y del cuento catalán Hermano alegría- Hermana
placer, que fueron elaboraciones cultas de expresiones orales, que posteriormente
retomarían Perrault y los Hermanos Grimm; Catherine Breillat nos presenta una
visión renovada y vanguardista de este cuento de hadas. Su postura tantas veces
discutida y criticada, llega a un clímax donde no puede haber ambigüedades ni
malos entendidos. No se trata ya de la sexualidad de la mujer frente a un mundo
falocrático, es más bien, la declaración de que lo femenino en toda su
dimensión no es objeto ni sujeto de un discurso, es una característica humana. En
tanto las versiones más antiguas divinizan la sexualidad femenina y relegan la
acción de la bella a un mero objeto contenedeor de la acción masculina; y
mientras Perrault y los hermanos Grimm, menosprecian y suprimen la identidad de
la mujer, transformando a la bella durmiente en un estereotipo sin sexualidad,
a pesar del discurso entre líneas, en el caso de Perrault; Breillat rescata por
un lado, esa presencia sustancial de lo femenino en la esencia del universo; y
por otro, la plenitud sexual, no del género, sino de la esencia de lo femenino
contenido en la mujer y su propagación, incluso en la conformación de lo
masculino. La vida, La naturaleza, La existencia, generan al hombre, lo
determinan y lo domestican. Cuando Anastasia dice “Yo soy un caballero, mi
nombre es Vladimir… yo seré quien quiera ser”, no trata de asemejarse a los
hombres, ni se trata del argumento simplista de las feministas, es mas bien, la
postura de un ser que se hace consciente de sí. Ella resguarda un deseo y va en
su búsqueda. Ha de materializarlo a través del amor o a través de la maternidad
“Yo tendré este hijo y lo llamaré Vladimir”. Lo que Anastasia niega es la
condición social que determina a la mujer a un tipo, no las condiciones de su
naturaleza, que aún siendo un principio pasivo, es energía contenida que genera
acción, como la energía estática y esto no la alude, porque halla ese mundo
donde se desdoblan las otredades que conforman su ser.
El viaje que emprende Anastasia por su sueño, es el camino
interior hacia el descubrimiento del yo verdadero. Las referencias que Breillat
hace de las versiones que existen sobre La bella durmiente, nos supone que las
conoce y las ha estudiado para la realización de su película; son un logro en
su carrera como artista y por ende como cineasta. La exploración que realiza
sobre la mujer es más íntima, ya no respecto al otro, sino respecto de si
misma. Es ahí donde encontrará la belleza y la aberración. Siendo una
tragicomedia al estilo de Fausto de Goethe, El viaje de Pedro el afortunado de
August Strindberg y por supuesto de Peer Gynt de Ibsen, los pasajes
aparentemente inconexos, tienen una relación simbólica sí, pero fundamentalmente
dramática, donde el desenlace estará marcado por el reiterado intento de
dominio por medio de la fuerza, llevado a cabo por los hombres, que se
encuentran limitados frente al carácter inaprensible e insondable de la mujer.
Pero más importante, el trayecto de la mujer, en este caso Anastasia, que
persiguiendo aparentemente el cliché del amor, sortea una serie de obstáculos
hasta llegar a su objetivo verdadero: la reivindicación en el universo de su
psique y la reafirmación de su identidad como ser en sí, que no estará
determinado por nada más que los pulsos de su voluntad. No lejos de la Lolita
de Nabokov, Breillat examina el proceso que transforma a una niña en mujer,
cuando esto sucede en la mente antes que en el organismo. Su protagonista
cuando niña reconoce su placer y ansia despertar a la vida. Permanece todo el
tiempo una tensión sexual propia del eros, es decir, de la necesidad por vivir.
El mundo de la niñez, no falto de horrores y ambigüedades,
se le entrega. Ella no espera el encuentro, lo sabe desde entonces “nada es
real, esto no existe, sólo yo soy real” dice al pasar la primera puerta de su
sueño. Los diferentes aspectos como el amor, la maternidad, la sexualidad, los
anhelos, entre otros, que se vuelcan sobre Anastasia y la forma en que ella los
afronta manifiestan la postura que Catherine Breillat ha tratado de exponer en
su filmografía. Al despertar en un mundo en que la soledad y la relatividad es
la tendencia, Anastasia rompe con el pasado y se abre paso en un presente al
que no pertenece pero donde comenzará a construir su destino como un ser humano
libre. Comprende que causas y consecuencias le pertenecen, son responsabilidad
suya, lo mismo que el sentido de sus acciones que determinarán a la postre, su existencia.
LA BELLE ENDORMIE DE CATHERINE BREILLAT: Después del cuento de hadas (PARTE I)
Lo mismo que el “Ouroboros”, los mitos, las leyendas y los
cuentos, no terminan sino que se regeneran y retornan eternamente gracias a su
multiplicidad simbólica, a los aspectos humanos (morales y éticos a los que
aluden), y a las fuerzas primitivas que son motor de la voluntad del hombre y
que se hallan ocultas en el inconsciente. Provenientes de un remoto pasado
originario, son condensadores, extrapoladores y generadores del fenómeno
existencial del ser humano y de su relación con el universo que los rodea, al
cual pertenecen; esto, porque no son otra cosa que la forma concreta y simbólica
de la sabiduría popular y con popular nos referimos a los conocimientos
racionales, psicológicos y emotivos universales; independientes del tiempo y el
espacio, es decir, que comparten los hombres y mujeres que formaron y formarán
parte de la humanidad. Estas narraciones aunque vayan modificándose de acuerdo
a las normas de quienes detentan el poder, no pierden la potencia erótica,
tanática y psicológica con que fueron concebidas, ya que son trascendentes y
transgresoras. De cuando en cuando surge de entre la muchedumbre una mente
capaz de revitalizar y hacer vigente dichas fuerzas, ya sea por su
redescubrimiento o por la visión vanguardista de algo que ya estaba allí, pero fue relegado. Así, surge una nueva
lectura que sin traicionar la naturaleza de la narración, la transforma e
ilumina una nueva identidad que conduce a la humanidad a una conciencia de su
Ser y de la existencia. Pero la búsqueda y el camino, no son fáciles. El
portador de aquella voz que se levanta, debe andar a través de las penumbras y
terrores de su ser más íntimo y regresar. Lo que vemos quienes somos
espectadores, sólo es el resultado de su trayecto.
Lo mismo que el “Ouroboros”, es el camino que ha recorrido
Catherine Breillat (Romance x, 36 Fillete) para llegar a la creación de La
belle endormie. Su indagación de la naturaleza femenina comienza desde el
aspecto meramente superficial de lo sexual y su posición respecto a la
sociedad; poco a poco, con cada película se adentra en la psique de la mujer,
pero en La belle endormie va más allá
todavía, logra poner en evidencia la sustancia femenina que reside en la
naturaleza de la humanidad, manifestada justamente a través de la sexualidad y
los roles que son independientes del aparato sexual. Al hacer alusión al
termino “Hermafrodita”, se puede presumir que Breillat intenta marcar la línea
por donde versará su obra. Las diferencias de género que enfrentan al hombre y
la mujer son banales si tomamos en cuenta que forman parte de un fenómeno mayor
de contrarios complementarios llamado Ser humano. Anastasia (Carla Besnaïnou/ Julia
Artamonov) la protagonista que navega de un espacio a otro, personaje fuera del
tiempo y de las categorías de género, nos muestra cómo la consciencia de
nuestro destino, ese que golpea dentro de nuestro ser y nos llama, ha de
provocar una metamorfosis interior que transformará el mundo que nos rodea. De
esta manera nos descubrimos al mismo tiempo que se nos revela una realidad
brutal, construida en base a inevitabilidades. Quien no es capaz de llevar a
cabo el viaje interior y reafirmar su identidad encontrándose a sí mismo,
estará para siempre perdido en un mundo inconmovible. Dicho viaje representa el
transito del mundo de la niñez, ese lugar fantástico de infinitas posibilidades,
oscuras unas y luminosas otras, hacia la pubertad donde los deseos, las
compulsiones, las pasiones todas, adquieren una dimensión definitiva.
Esto nos muestra Catherine Breillat en su película, mediante
un manejo de iluminación sobria y escenarios discretos pero cuidados al detalle
en cuanto al contexto histórico, que por momentos nos transportan a la ópera. La
belle endormie es un bellísimo ejemplo de la sincronía entre discurso y
montaje. Con secuencias pausadas y largas, saltando de una toma general a un
extreme close up y con un tratamiento de color, frío; con un guión que rompe la
estética formal y presenta pequeñas situaciones que sólo están conectadas por
la búsqueda del protagonista y que sirven para explicar el sentido del
argumento general; la película evoca el cine nórdico del estilo de, Tarkovski,
Svankmajer o Roy Andersson. Es notable la preocupación por la coherencia en el diseño
del vestuario, por lo menos en lo que se refiere a la vestimenta de las
versiones más conocidas (La edad media). Se desprende parcialmente del tono
realista y se sirve del tono idealista para mostrar los procesos mentales de
una niña que alcanza la pubertad mediante una profunda reflexión llevada a cabo
en su sueño. Sin concesiones brinca de una secuencia a otra generando así la
sensación onírica que le exige al espectador, atención especial para articular
la historia vinculándose y complementando la relación de ideas, para comprender
el discurso de manera imparcial. Crea lo que Brecht llamaría un efecto de distanciamiento, sin dejar de
lado la fantasía propia del cuento de hadas, sobre todo cuando Anastasia se
encuentra dentro de su sueño.
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