Un 11 de septiembre, terroristas del sistema atacaron con aviones las torres gemelas en NY. Con esto aseguraron que las generaciones futuras, enajenadas y coptadas por la banalidad del mal, olvidaran la historia de su raíz latinoamericana. Lo que sucede a los estadounidenses, habrá de pagarlo el mundo. Sin embargo, esos mismos terroristas del sistema, también un 11 de septiembre pero de hace muchos años, en 1973 para ser exactos; y también con aviones, asesinaron vilmente a un pueblo y a su dirigente, democráticamente electo: Salvador Allende.
No sólo fue el golpe de estado, al mando de Augusto Pinochet, perro de EUA y de Margaret Thatcher. Habría que decir que todo esto fue solapado por las cúpulas del poder, es decir, las clases altas, pero sobre todo y tristemente, por gran sector de la clase media, que sumido en sus prejuicios y sus temores, allanaron el camino para que un grupo de asesinos actuara impunemente. La responsabilidad histórica, tarde o temprano, caerá sobre cada individuo.
Lo que no es casual, es la aparición de las ideas, llevadas a sus máximas y horripilantes consecuencias, de Milton Friedman, quien estuvo al lado de Margaret Thatcher durante la huelga de mineros en Inglaterra, en el golpe de estado en Chile y que mantuvo en la agenda del gobierno gringo, desde Nixon hasta baby Bush, la implementación de su doctrina: La doctrina del shock.
El bombardeo al palacio de la Moneda, el genocidio de las dictaduras en Latinoamércia y los avionazos en las torres gemelas, tienen más en común de lo que podría imaginarse; la implementación del miedo y el olvido, para imponer una visión virtual de la realidad y así poder manipular a las masas, sin que opongan resistencia; y por el contrario, acepten gustosos el exterminio.
Las generaciones que nacimos en los 70´ y 80´ tenemos una responsabilidad gigantesca, como recuperadores y trasmisores de la historia del continente, del pías y de los individuos. No permitámos que se olviden las injusticias, porque una sociedad atemorizada y sin memoria, es fácil de exterminar.
La historia sigue llamando aun detrás de la máscara de hierro que le han impuesto.
