Para G.
Veo tu cuerpo iluminado por
un viento púrpura
que
aparece doblegando la saña y el cansancio
de
esta realidad vieja y encorvada
la
desesperación sin sentido ahora es cuenta
de
verbos en tiempo futuro
hasta
el día en que vuelvo a verte
ya no
hay sombras en mis manos
toda
maldad ha desaparecido
virgen
pitonisa diosa pagana del oráculo
del
sueño primero
que
con una mirada me has reconstituido
veo
tu cintura hecha de atemporalidad y
cómo
tu boca es origen de todos los espacios
que
esta masculinidad lacerada ha recorrido
me
niego a la condena de no ser más que anécdota
en el
devenir de tu noviazgo con las esencias sagradas
de la
vida que son tú misma
no
quiero renacer en la gloria sino despertar en ti
con
el alma avivada realizada levantada
por
sobre el punto más alto en la nota del firmamento
quiero
que hagas voluntariosa esta mortalidad
de
animal en cautiverio
que
conduzcas este primer instinto bruto de mi sangre
a la
transgresión y la trascendencia
arrójame
sumérgeme a la insondable herida que es
la
existencia y no sólo al dolor escondido que se aferra
a tu
voluntad erótica
que
me desgasta en esta inmovilidad del corazón
que
únicamente es carne y tejido y virtualidad del lenguaje
pero
no acontecimiento del amor que tengo desde siempre
he
tenido retoñando sobreviviendo esperando
tu
aparición y la potencia de tu humor cósmico de hembra
sobre
las cenizas de mi cuerpo que junto con tu sangre
serán
principio y causa de todas partículas
materiales
y místicas que totalizan este sentimiento
que
tiene eco y resuena en el primer nervio de mis
generaciones
y en el último latido de mis hijos
dime
qué debería hacer para arrancarte de las fatales
determinaciones
de una historia sin mitos personales
qué
hago con esta desgracia del desterrado que se encuentra
de
pronto desposeído de su destino como yo estoy
desposeído
de tus labios
cómo
puedo seguir en esta tortura de conocer la dimensión
infinita
del éxtasis del tiempo y no tropezarme con
un
instante para decirte que cuando me halle en
los
límites de tu memoria y no tenga ni siquiera
la
esperanza de verte pasar a la distancia
volverá
el sin sentido volverá la muerte
y no
habrá infierno suficiente
y
tampoco Dios absoluto que pueda liberarme
de la
conciencia de aquello que no he sido.
Antonio Mejía Ortiz, 2013