4 de agosto de 2011

Poema de cumpleaños

Desprecio cualquier lazo que me una
a la infamia de las antiguas generaciones
que conforman mi familia.
Sin humo sobre el espejo, me doy cuenta
de que mis ojos se perdieron
en vagas imágenes de pusilánimes glorias,
repentinas y robadas.
Sé lo que digo y no puedo alejarme
lo suficiente de esa marca originaria.
Podríamos intentar reconstruirlo encendiendo un beso,
pero aún quedarías intranquila en una tarde necesitada.
No eres demasiado tiempo
ni demasiada esperanza.
Tu cuerpo cabe en mi cuerpo
y esto ya es mejor que mi destino.
Soy como un león amaestrado,
tengo el rencor del siervo y el orgullo del amo;
pero tus ojos expanden mi horizonte
como un violento látigo de aire y agua,
que golpea la roca de la nostalgia infértil.
Vendrás de nuevo a mi cama,
a la mirada de niño que tengo,
y ya no habrán cuerpos en las paredes,
ni alas en las almohadas.
Las palabras, igual que los besos,
se quedarán en las grietas,
como la humedad y ese olor a viejo;
y esto será un designio más que una súplica.

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