6 de febrero de 2013

NOCTURNO

Oculto en la intranquila oscuridad del sueño,
perturbado por visiones alcohólicas y vértigos primitivos;
con la semilla del sexo aún palpitando en un cuerpo inerte
que se descompone de no contenerse en sí mismo;
veo el letargo de las horas y la necesidad viene a mí
como un tumbo y no como una idea.
Vienen los muertos,
el dolor comprimido del amor arrebatado
impunemente por el Dios absoluto.
Y así es como la tentación se acerca
con dedos que mecen el ánimo
lejos del temor y cerca de la vida;
cuando la fiebre de la culpa es un caldo negro
rico en remordimientos.
Despertaré al día y al cansancio
vendrá el silencio 
y la oración postergada quedará inconclusa.
La angustia nocturna habrá de esperarme
con la paciencia que el pecado le tiene al hombre.

Antonio Mejía O. / México 2013

CARTA DE NAVIDAD ANTES DEL FIN DEL MUNDO


Para: S. B.

Eras un barato y diminuto vestido blanco
bailando libremente como ocurrió siempre
tenías sobre la piel un resplandor rojizo
que aún me sofoca al recordarlo.
En verdad que te sentaba bien ser “cool” y también mentir.
En verdad te sentaba bien ser Dios.
Y yo que además de la curiosidad y la velocidad del deseo
no tenía nada
que estaba seguro de no esperar nada
comprendí que a partir de entonces mi signo sería la espera
y que nunca más volvería a ser uno conmigo mismo
porque duraría en el vacío de una esperanza inmarcesible
como les sucede a los personajes de las tragedias
después de la catarsis.
Estaba cifrada mi derrota cuando tus dedos alcanzaron
mis manos en un camión que recorría la ciudad
al anochecer para llevarnos de regreso a casa
en las honduras de un corredor abatido a fuerza de impaciencia
donde no tuve el coraje de conducirte a tu cama
para besarte hasta que se congelara la última
molécula del universo.
Debí acariciar la idea de tu sexo en mi conciencia
en lugar de borrarla de tu cuerpo.
Te ofrecí mi borrachera estúpida e inconsciente
y la tomaste para darle asilo en el espacio perverso de la ternura
porque nunca te importó que estuviera perdido de verás.
Corríamos por las calles después de clases
con todas la tonterías que decíamos sobre la vida
entre la multitud de una fiesta con esos gestos
graciosos en tu cara y esa mirada tuya sobre la mía.
Tu risa abierta y la densidad de tus lágrimas vencidas
cayeron de cualquier modo en las trampas de una realidad
victoriosa para la que te educaron
con todo y sus clichés melodramáticos.
Aunque habría que reconocer que el mundo recompensó
tu esfuerzo de seguir al mundo
mientras yo continué cayendo sólo cayendo a través
del pensamiento de siervo que fue mi cuna
preguntándome ¿Por qué el beso que diste no fue mío?
Ahora lo sé que las mujeres pueden empeñar la vida
por una fantasía y sin embargo nunca entregar el alma:
en ti el amor era fe pero no certeza.
No es fácil distraer al deseo pero esto sólo tú lo sabes
ahora estás segura has domesticado tus miedos.
Nuca más seremos adolescentes unos sobre otros
en el piso de una casa ajena atardecida por secretos de voz perfecta
por humo de cigarro y botellas vacías
dejando entrar las sombras por la puerta abierta del arrebato
permaneciendo en la apariencia de una juventud
con la que esperábamos satisfacer al destino.
Tu mirada era respiración agitación y letargo brevedad de tu cintura
Cada rostro y tacto cada gota de sudor adormecida en la
naturaleza relativa de un tiempo resignado a la indiferencia.
Es irónico que los más bellos momentos sean también tristes
que tuvieras compasión por el desprecio que sentía por mí mismo.
Rota cualquier promesa tú has cambiado aunque
la historia sigue siendo una voluntad sin sangre.
Afuera sopla el viento con furia y debajo de la cama
esperan las bestias devoradoras de sueños
que únicamente se revelan a las cuatro de la mañana
cuando está por desvanecerse la tenue luz de la memoria.
Feliz navidad
amor mío.

Atentamente
Antonio Mejía O. /México 2013

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