5 de diciembre de 2014

DISOLUCIONES (Novela por entregas)

CAPÍTULO 6

BITÁCORA: HACIA TENNESSE
(Borrador archivo Diego Henestrosa. Investigador Privado)

Nada parecía claro en el asesinato de la casa en Calzada de Tlalpan 1184, si bien tenía alguna pista que eran el nombre y la dirección escritas en el papel, esto no me decía mucho, podría ser como diría mi exesposa, una feliz coincidencia o una verdadera pendejada. Soy un perro, nací hecho para seguir, soy un seguidor natural y es lo que me hace bueno en mi trabajo, aunque mi trabajo no sea tan impresionante como lo muestran las películas gringas. Los investigadores no somos tipos rudos y perspicaces con un profundo sentido de la ironía, pero sí, a fuerza de todo aquello que se nos presenta, es que nos hacemos indolentes, que aprendemos a fuerza e fracasos a pensar mal para todo y sobre todo; y también, conocemos las ironías porque con cada adulterio investigado, con cada socio descubierto en indiscreciones, con cada chica muerta a la mitad de un callejón, con la minifalda hasta la cadera, con signos de violación y semen reseco en los labios, se nos acaba la esperanza, se nos acaba el cariño  se nos acaba el la confianza en el mundo y nos damos cuenta de que es preferible evitarse una vida cotidiana, que si el mundo se trata de las ironías, es mejor ser irónico que irónizado investigar si existe ?

Porque en este muladar a donde fue arrojada la vida belleza, suceden todo
tipo de maravillas, claro que lo que nadie te dice es que estas “maravillas” no tienen que ser y casi nunca son placenteras o casi nunca sirven para salvarte, Dios lo creó todo en seis días, pero se tomó toda una nopche para destruir hasta sus cimientos las ciudades de Sodoma y Gomorra, para convertir a Lot en sal y para que lot poblara de nuevo la tierra a través de un incesto permitido, y todos estos hechos son igual de maravillosos.

Por eso siempre he creído y esta es una opinión p´rofesional, que dejar fuera todo aquello que es inexplicable, todo aquello que quizá no tenga un sentido lógico o una explicación inmediata y pensar que la vida únicamente se trata de las cosas, es decir de lo matrerial, es pasar desapercibido todas aquellas terribles “felices coincidencias de la vida” como diría la bruja todo lo hermosos, toda la belleza auqnue esta sea muy parecida a una todavía bella dama desangrándose en un oscuro callejón una noche de madrugada, después de haber sido violada por los peores seres de esta ciudad. Y allí no para, porque todavía faltan las pequeñas cosas, esas pequeñas cosas fatales a las que se debe entrar con el estómago bien agarrado.

Qué chingados lleva a una joven de veintitrés años a malbaratar su belleza con una runfla de rockeritos de mierda, de imbéciles hmbres de negocios, de burócratas poquiteros que son capaces hasta de regatear el sexo, de presumidos artistas de quinta que vienen a estos barrios a darse sus baños de pueblo

Cómo es que una chica puede defender a muerte las curiosidades de su forma de ser, de lo que es ella y así tan indolentemente irse a entregar al desperdicio de cuerpos que inundan la ciudad con sus humores a podrido, con la peste de sus bocas, con su manera tan idiota de vivir como diría la
bruja “felices coincidencias de la vida” Yo no lo entiendo. Un día llegó mi hijo tomado de la mano de su mejor amigo y nos confesó que era una loca un homosexual, le dije que podía ser lo que quisiera mientras no fuera un imbécil subnormal. Me contestó que esto había sido así siempre, que a mí no me interesaba yo nunca me había en su vida, recogió sus cosas y se largó a vivir con su novio y a eso me refiero…

Estaba muy cansado y no había comido nada desde el día anterior así que después de recoger el papel con el nombre de Tennesse deciddí ir a mi casa, comer algo, dormir un poco y salir con la menta más en claro. Los horarios de oficina son horribles, la gente no se termina, las personas subestiman su capacidad de aguantar los azotes, los mexicanos necesitamos siempre de un teatrito para que se nos muevan las tripas y por eso somos buenos empujando todo hasta el límite. Tomo el microbús y a esa horatodos parecen salidos de un confesionario, se ven limpios y renovados y algunos hasta van contentos. El trabajo dignifica decía mi viejo, no hay nda mejor que gastar bien el dinero que ganaste honradamente con el fruto de tu esfuerzo, por eso uno debe ir bien a trabajar porque hay que agradecerle a la vida que uno está bien y que puede trabajar y que tenemos trabajo, decía mi viejo y lo siguió dicendo aun después de que liquidaron su empresa y le negaron su jubilación y aun después de eso, cada que lo visito me cuenta cómo en sus treinta años de empleado tuvo únicamente una falta aunque sí trabajó ese día. Llego al metrobus y me niego a subirme peor que una bestia, a justificar con mi pusilanimidad la incompetencia de los imbéciles que gobiernan este estercolero, mientras ellos viajan en sus automóviles del año, pero a la gente no le importa. Finalmente entro y el humor es insoportable, me siento mareado y la gente ya comienza a apestar como normalmente. Me quedo viendo lo que pasa en el televisor del autobús y pienso en los posibles motivos del asesinato en Calzada de Tlalapan, me parece que no es una cuestión de “pandilleros” como decía mi jefe exjefe, que tampoco es un ajuste de cuentas no del tipo de mafiosos y narcotraficantes nacos  ese es el problema, nuestro gobernantes y nuestros delincuentes son una pinche chusma de nacos, sin buen gusto ni estilo que beben Bukanas, que les gustan los tamborazos y tunearlo todo

¿Qué es esto, una especie de venganza, el iniciode algo? Tennesse es la respuesta. A empujones me bajo del metrobus y camino dos cuadras hacia arriba, sudo interminablemente y mis piernas tiemblan como si estuviera frente a un auditorio lleno y mis pulmones me empizan a pasar factura de veinte años de fumador empedernido. Antes de encaminarme a casa, paso a comprar unos cigarrillos y afuera un montón de tipos de esos que viven en las calles, un montón de esos apestosos con el cabello enredado de mugre aspira tan fuerte como puede el activo y me pide que le de unas monedas, lo ignoro y me sigue con la vista hasta el mostrador, saco la billetera y
pago con el adelanto del caso un café, dos sobres de whiskas, un Vat 69 y unos Lucky Strike; luego de varias promociones estúpidas el chico del mostrador me pregunta si es descafeínado y si los cigarros van a ser rojos y lew contesto que por supuesto y pienso que esta es una ciudad de sanguinarios y descafeínados y que por eso la situación está así de jodida. Me regresa el cambio y el tipo afuera sigue aspirando y sigue mirándome y yo siento una especie de duda que se diluye entre mi fastidio y mi enojo, ya para entonces no aguanto la luz del sol ni el maldito calor, porque en esta ciudad de tibiosd todo es muy frío o muy caliente. Me aflojo la corbata y saco un cigarrilo y lo enciendo e la puerta del seven eleven.

El tipo sigue aspirando fuerte y mirándome como si me hubiera atrapado en una mentira o a la mitad de una jugarreta y ahora estuviera comprometido a pagar; entonces lo miro con todo el rencor social con que puedo, el tipo se molesta e intenta levantarse violentamente pero no se lo permito, con la suela de mi zapato lo regreso al suelo. De inmediato siento un puñetazo que me arroja de las escaleras al puesto más cercano de jugos, en realidad esos tipos tienen cementos por las venas porque de inmediato se me hincha el rostro. Los metiches de siempre lo detiene y esto me da tiempo suficiente para dejar mis cosas detrás de un bote de basura, mientras el infeliz se quita el estropajo que trae como camisa. Me levanto. El primero sigue en el suelo esperando un descuido de mi parte, el otro ya sin camisa repite frenéticamente “va puto, va puto” y otros tantos miran con esa mirada de retrasado mental que sólo tienen los malditos drogos, como si toda la droga ya les hubiera consumido el alma. Todos ellos me dan asco. Déjalo, le digo al transeúnte que se interpone, déjalo venir, le digo y el mundo en esta parte de la tierra se detiene por esos pocos minutos, una buena pelea en el barrio dura sólo un par de minutos. Se acerca con una guardia de videojuegos, con los puños a la altura de sus orejas moviéndolos de arriba hacia abajo y en seguida me lanza un golpe, entonces aprovecho para patearle las costillas con la punta de mis zapatos, escuchamos un crujido y él apenas se resiente. Viene entonces de su parte una serie de volados a diestra y siniestra, uno me toca en la boca; doy un paso hacia atrás, calculo y lo golpeo con los nudillos justamente en su oreja, con todas mis
fuerzas y veo como esa porquería de ser humano de inmediato pierde el equilibrio y se tambalea. Su mirada está desconcertada y estira los brazos en un inútil y torpe intento de alejarme. Lo vuelvo a patear en las costillas y esta vez sí se dobla. Lo golpeo en la cara reventándole el ojo derecho y haciendo que su cabeza se azote contra el suelo grasiento. Los otros niños, jóvenes y señores de la calle se levantan amenazándome como en las películas de zombies y yo me preparo para la golpiza de mi vida, hasta que la señora del puesto de jugos nos dice que le paremos, que ya está bien. Los mirones y los curiosos empiezan a comentar lo sicedido. Como si fuera la palabra de dios cae sobre mi una marejada de críticas y reclamos, diciéndome que cómo puedo comportarme así, que ellos no tienen la culpa, que si cinco pesos me van a hacer más pobre y que me aproveché de su condición indigente, este terrorismo de la buena onda me pide que por favor desaparezca. Tomo mis cosas, el primer tipo sigue mirándome, mis alarmas se encienden pero ya no puedo hacer nada. Me pierdo entre las calles y por fin llego a casa.

Para entonces mi pómulo  casi ocupa el lugar de mi ojo. Apenas abro la puerta Harry se despierta y corre a saludarme con un maullido que me reclama e haberlo dejado encerrado y sin comida. Le sirvo sus Whiskas, le cambio el agua y mientras él come yo destapo el Vat y me fumo un cigarro. Estoy demasiado cansado para comer, lo haré más tarde. Saco de mis bolsillos todas las basuras que guardo y recojo de la calle y las echo sobre la mesa, entre los platos y los vasos todavía con agua o vino; dejo frente a la maquina el papel con el poema, la dirección y el nombre. Me siento, me quedo mirándolo. Harry termina de comer y sube de un salto a la
mesa tirando todo a su paso, para que lo acaricie. La mesa es un desastre y el agua de un vaso se esparce mojando todos mis escritos, ni siquiera alcanzo a recoger a tiempo el papel con el poema, la dirección se vuelve un amasijo de tinta y borrones, pierdo la dirección, pero no puedo levantarme para tratar de hacer algo o decirle a mi gato que es un pendejo porque ya se encuentra muy cómodo y casi dormido sobre mis piernas. Levanto el papel para echarle un último vistazo a ver si algo puedo rescatar porque no tengo memoria para esto, olvido siempre las direcciones, las indicaciones, los números y hasta los nombres, pero no puedo distinguir nada excepto el sello de una agencia de acompañantes llamado Aries que se revela al mojar la hoja, saco rápidamente el celular y le tomo como veinte fotos, dejo sobre la maquina el papel y enciendo otro cigarrillo. Llamo al chico que me contrató y le digo que le tengo un trabajo en esta investigación, así como quería. Le envío las fotos y lo mando a investigar el sitio en internet. En tanto espero los resultados y Harry duerme plácidamente, yo me aparto del mundo para encontrar esa soledad como la de los gatos.

UN BREVE Y MORTAL SUEÑO

Novelas para el fin del mundo UN BREVE Y MORTAL SUEÑO (Antonio Mejía Ortiz, México 2019), nos conduce a un viaje a través del alma y la men...