4 de noviembre de 2010

Boardwalk Empire o Los rostros del poder

Por Antonio Mejía Ortiz

Una ciudad luego del horror y la crisis de la primera guerra mundial. Los derechos están cooptados; políticos corruptos llevan una vida ostentosa mientras crece la miseria, la falta de motivos y la descomposición social; grupos fascistas como el Ku Klux Klan, emergen bajo la mirada protectora de moralistas que imponen todo tipo de prohibiciones, en tanto los hombres en su desesperación personal, están dispuestos a cualquier cosa para salir de su condición social deplorable. Es el universo donde se desarrolla la trama de El imperio del contrabando, serie situada en Atlantic City durante la época de la Ley seca en los años 20´s. Basada en Boardwalk Empire: The Birth, High Times, and Corruption of Atlantic City de Nelson Johnson, fue estrenada para América Latina el pasado domingo 17 de octubre por HBO. Es protagonizada por Steve Buscemi (Perros de reserva), escrita por Terence Winter (Los soprano) y producida por Martin Scorsese (Taxi driver, Los infiltrados), quién dirigió el primer capítulo.

El imperio del contrabando puede ser un trabajo perfecto en todos sentidos. El guión es poderoso. A diferencia de las películas de Scorsese, donde a través de las circunstancias intuimos el fondo del carácter de sus personajes y el universo es tan cerrado, que las implicaciones sociales apenas se perciben, en la serie muestra cómo las acciones del individuo provocan el devenir de la historia. Las imposiciones puritanas que pretende resolver problemas de educación y cultura por medio de la prohibición, provocan la creación de un mercado ilegal y una escalada por el poder, que se tornará violenta y despiadada a cargo de las mafias, protegidas por quienes se proclaman en discursos, contra del “Demonio de la bebida”: políticos y empresarios.

Los escenarios, la paleta de colores (propia de la filmografía de Scrosese), el vestuario y la iluminación, no sólo aportan en un sentido emotivo, sino que obligan a la coherencia dramática. La dirección es impecable, desde el principio establece el carácter particular de los personajes y muestra el conflicto general que los alcanza de inmediato, “No se puede ser gángster a medias”. A partir de allí, cada situación será una lucha contra su condición social y su perspectiva de vida.
Sin dar concesiones exhibe cómo el poder político está íntimamente ligado con la mafia, aún antes de la “Ley seca”. “Nucky” Thompson (Steve Buscemi), prominente figura política que controla Atlantic City desde los casinos hasta la policía, se convertirá en el comercializador más importante de alcohol. Detonando en figuras como Jimmy Darmody (Michael Pitt) que es seducido por el ansia de poder. Las intenciones, bien manejadas, despliegan los diferentes rostros de los personajes y de las situaciones. La intensidad se genera por medio de la expectativa y el suspenso derivados de la inminencia de la circunstancia límite, ya presente, que se desarrollará durante los capítulos siguientes, hasta que la tensión sea inaguantable para los protagonistas.

En los pequeños detalles se nota la preocupación por el realismo y la verosimilitud. Sustentado por el trabajo de los actores, la carga emotiva del monologo interno y el subtexto del argumento, los encaminan hacia el carácter universal del ser humano, donde no hay juicios de valor ni estándares morales; sólo causas y efectos de hombres que lidian con su naturaleza y su entorno.
La producción estilo Hollywood, se aleja de estereotipos propios de éste cine. La historia de la “Ley seca” y del contrabando, es la de una sociedad chauvinista, hipócrita y llena de miedo; también de la frustración, la avaricia y el dolor de los hombres en una sociedad que los aplasta. Quienes ostentan el poder, intentan no ser rebasados por la ferocidad de los acontecimientos y se vuelven brutales a fuerza de mantener la potestad de su imperio.

El imperio del contrabando es un proyecto magistral donde confluye, con éxito, un discurso profundo, analítico y serio, junto a una producción comercial. La vigencia de la serie, sobre todo ante el problema actual del narcotráfico es innegable. El alcance del mensaje se conocerá sólo hacia el final.

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